sábado, 6 de septiembre de 2008

Calma...



Y en el aire, siempre tu voz.
Y en el matiz indescifrable de la vida,
siempre tu.

Callado, invisible, ausente
en la presencia nítida de la soledad requerida.

Siempre tu.

Latente en el palpitar dormido de mi sombra,
en la mirada gris del día que no llega.
En la incesante lluvia fria de mi cuerpo,
en la vida vivida del recuerdo.

Las esquinas se doblegan a mi paso,
se duermen los sonidos,
se silencia el sueño de encontrarte
pero lo sigo soñando.

Y te toco con las manos efímeras, somnolientas,
y te siento con la piel templada de mi cama.

Y siempre tu,
turbando mi calma.

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