sábado, 6 de septiembre de 2008

Soy yo...


Tu mirada esquiva
se me escapa entre los dedos,
y me sonríe la angustia de tu ausencia
amanecida de nuevo en mi memoria.

Todo es un bucle mortal,
idas y venidas de tu cuerpo a mi recuerdo:
ganas de tenerte por instantes,
necesidad de tus besos: abrazarte.

Hay días en que no existes y te invento,
otros me muero solo por notarte cerca,
tu presencia es la contínua muerte de mis nervios.

Esta dualidad insuperable,
consume mi mente con deseos de tu vuelta
... y tu retirada definitiva.

Lo siento.

Palabras dormidas


en las noches dormidas de mis sombras,
el atardecer de tus ojos se cierra en un suspiro.

la brisa suave del silencio,
susurra cosas indescifrables.

el olor envolvente de una mirada,
se duerme en mis ojos.

la cálida imagen del mar infinito,
se clava en mi memoria.

el retrato de un paseo,
me sorprende ausente entre la niebla.

y se va cerrando el círculo...

Calma...



Y en el aire, siempre tu voz.
Y en el matiz indescifrable de la vida,
siempre tu.

Callado, invisible, ausente
en la presencia nítida de la soledad requerida.

Siempre tu.

Latente en el palpitar dormido de mi sombra,
en la mirada gris del día que no llega.
En la incesante lluvia fria de mi cuerpo,
en la vida vivida del recuerdo.

Las esquinas se doblegan a mi paso,
se duermen los sonidos,
se silencia el sueño de encontrarte
pero lo sigo soñando.

Y te toco con las manos efímeras, somnolientas,
y te siento con la piel templada de mi cama.

Y siempre tu,
turbando mi calma.